Medio cincuenta - la sabiduría de Dios

Medio cincuenta

La Palabra de Dios viene como mandamientos para la salvación del hombre. Existe la impresión de que los mandamientos de Dios son construcciones legales que limitan la libertad humana. Pero después de todo lo que hemos visto acerca de la Palabra de Dios, que es poder divino, parece que los mandamientos sanan al hombre y le dan salud. Cristo, que es el primer modelo de la creación humana, sabe cómo fue creado y a qué estado lo llevó el pecado. Generalmente no nos damos cuenta de este estado, precisamente porque no conocemos nuestra imagen original, es decir, cómo era Adán en el Paraíso. Por eso dice San Gregorio del Sinaí que si no supiéramos cómo nos creó Dios, no podríamos entender cómo el pecado nos destruyó. A través de los mandamientos de Cristo, dados en el Antiguo y el Nuevo Testamento, se espera que el hombre sea restaurado a su estado anterior y conducido hacia arriba.

Así, los mandamientos de Dios suponen que una persona está enferma y, a partir del conocimiento del funcionamiento del ser humano, le ayudan a pasar de la enfermedad a la salud. También aquí es similar a cuando el médico nos da mandamientos, ya que no despojan a la persona de su libertad, sino que la desarrollan y desarrollan. ¿Qué libertad para el paciente? La enfermedad de su cuerpo limita todas sus libertades y movimientos. San Juan Damasceno enseña que solemos pensar que guardamos los mandamientos de Dios y que ellos nos limitan, pero en realidad los mandamientos nos protegen. Quien guarda los mandamientos de Dios no los guarda. Además, los mandamientos no necesitan ser guardados, sino que es preservado y protegido de enemigos visibles e invisibles que conspiran contra la vida de nuestras almas y cuerpos. Por tanto, quien guarda los mandamientos no sólo es preservado por la gracia de Dios, sino que al mismo tiempo no pierde las riquezas que Dios le ha confiado.

La enseñanza de Cristo, como mencionamos, es poder de Dios, y más que eso es poder que sana al hombre. Entonces, estudiamos la Palabra de Dios contenida en la Santa Biblia, y por eso la Iglesia lee los Evangelios y las Epístolas en la Divina Misa, así como los textos del Antiguo Testamento se leen en la Vigilia y otros servicios. El Sermón de la Montaña de Cristo, Sus palabras antes y después de cada milagro, todos los mandamientos que Él mismo dio a los discípulos y apóstoles, las palabras de los discípulos y de los santos padres, son todos maravillosos porque Cristo habló a través de ellos.

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