residencia del escritor
Maqara Al-Katib dijo: Quería entrar a la ciudad de Alejandría para satisfacer algunas de mis necesidades, y cuando entré a la ciudad, un hombre que no conocía me encontró afuera […]
Maqara Al-Katib dijo: Quería entrar a la ciudad de Alejandría para satisfacer algunas de mis necesidades, y cuando entré a la ciudad, un hombre que no conocía me encontró afuera […]
Abba Daniel caminaba una vez con su alumno por un camino, y cuando se acercaron a un lugar llamado Armón de Medina, le dijo a su alumno: “Ve
Abba Sissawis Al-Saidi: Se decía de él que vivía en Ghaydah, y que otro anciano estaba enfermo en Al-Siq, y cuando escuchó eso, se puso triste, porque
De las enseñanzas de los padres, los ancianos del desierto - Parte Siete Continuar leyendo »
Un jeque dijo: “Conozco a una persona del pueblo de Al-Qalali que ayunó todo el Viernes Santo, así que cuando el momento de la reunión era la víspera de...
De las enseñanzas de los padres, los ancianos del desierto - Parte Octava Continuar leyendo »
Un hermano le dijo a Abba Timoteo: “Siempre me veo en las manos de Dios. Él le dijo: “Esto no es sorprendente, pero lo que es más sorprendente es que él ve”.
De las enseñanzas de los padres, los ancianos del desierto - Parte Nueve Continuar leyendo »
Otro dijo: “Si un joven no duerme sentado, mientras tenga la capacidad en su cuerpo, entonces es incapaz y negligente. Y cada joven se acuesta
De las enseñanzas de los padres, los ancianos del desierto - Parte Décima Continuar leyendo »
Este es el orden casto, amado por el Señor: que los ojos del hombre no se desvíen de aquí para allá, que mire sólo hacia adelante y no hable.
Abba Youssef le dijo a Abba Besir: "No puedo controlar mi lengua". El jeque dijo: "Si hablas, no descansarás".
Un anciano dijo: “Si te sientas en tu celda, no seas como una tumba llena de impurezas, sino sé como un vaso lleno de oro precioso.
Un hermano le preguntó a un anciano: “Oh padre, deseo proteger mi corazón”. El jeque le dijo: “¿Cómo puedes guardar tu corazón y tu boca, que...
Hablaban de una virgen libre, casta y tranquila en su casa. Un joven malo se enamoró de ella, y no dejó de venir a su casa cuando la virgen sintió...
La boca casta habla cosas buenas, agrada a su dueño y alegra a quienes lo escuchan. Aquel cuya palabra es ordenada y casta, y que es puro de corazón, es hijo de la herencia de Cristo.