La satisfacción ofrecida por el Señor a través de Su sacrificio secreto en la cruz fue muy grande y estuvo más allá de lo que exige la religión del pecado. No sólo nos libró de la culpa y del juicio, sino que también nos dotó de una gran cantidad de cosas buenas de valor incalculable. Nos has calificado para ascender incluso al cielo y convertirnos en socios y contribuyentes del Reino de Dios. ¿Cómo puede uno pensar que alguna vez fuimos enemigos de Dios a causa del pecado y esclavos de los deseos, llenos de vergüenza y deshonra? Nadie puede comprender la amplitud y el valor del sacrificio del Maestro. ¡Qué gran honor fue morir en la cruz! El Salvador aceptó condescendientemente ser vendido a sus crucificadores por treinta piezas de plata. Se hizo pobre, humillado y vendido por nosotros. Y aquí está la grandeza. El insulto que soportaste fue nuestra ganancia. Murió por elección propia, sin agraviar a nadie, ni en su vida privada ni en su vida pública. Con su muerte, se convirtió en fuente de bendiciones incluso para sus verdugos.
¿A qué se debe toda esta simplificación del asunto? El Dios-hombre está muerto. La sangre que fue derramada en la cruz es la sangre del Dios-hombre. ¿Hay algo más terrible y más precioso que la muerte del Dios-hombre? ¿Cuán grande fue el peso de nuestro pecado que requirió esta muerte para satisfacer la justicia divina? ¿Qué tan profunda era la herida que requirió la eficacia de la poderosa medicina que emanaba del sacrificio del Dios-Hombre en la cruz para poder sanar? Para eliminar el poder del pecado era necesario que alguien fuera castigado. Era necesario que lleváramos un castigo igual al peso del pecado que cometíamos para quedar libres de responsabilidad y de crimen. No había ningún ser humano libre de pecado que pudiera sufrir por todos, ni siquiera por todo el género humano. Si murieran miles de muertes, podrían hacer este trabajo. ¿Qué valor tiene la muerte de un esclavo lleno de vergüenza y corrupción, un esclavo que destruyó la imagen real y ultrajó grandemente la grandeza divina? Por eso, el amo inocente, el hombre perfecto, soportó muchos sufrimientos, aceptó cirugías, murió, defendió a la raza humana, liberó a nuestra raza de la responsabilidad del crimen del gran pecado y dio a los esclavos la libertad que él no necesitaba como Dios y maestro. Todo lo que se ha dicho ha sido dicho para probar que la verdadera vida nos es dada por la muerte del Salvador.