Arsanio el santo capadocio

Arsanio el Capadocio

Arsanio el Capadocio San Arsanio nació a finales del siglo XIX en el pueblo de Farasa, uno de los seis pueblos que permanecieron cristianos en el país de Capadocia (Turquía) hasta 1924, cuando sus habitantes lo abandonaron a Grecia.

Sus padres eran pobres. Quedó huérfano cuando era niño y vivía con la hermana de su madre. Recibió una buena cantidad de conocimientos. Después de eso, se mudó a Cesarea Capadocia, donde, a la edad de veintiséis años, ingresó en el monasterio de San Juan Bautista y tomó el nombre de Arsanius por su nombre de Teodoro. Pero la divina providencia no quería que Arsanius continuara su vida como monje en el monasterio, por lo que el metropolitano Paisios lo convocó y lo ordenó diácono, luego lo devolvió a la facultad de enseñar a leer y escribir a los niños necesitados.

En su fisonomía, Arsanio residió como hombre de Dios durante cincuenta y cinco años entre un pueblo sufriente, amenazado y débil: fue su padre, sacerdote, médico, abogado y consolador. Lo conocían como “Hajj Effendi” porque hizo cinco peregrinaciones a Tierra Santa en su vida.

Arsanius fue maestro tanto de niños como de adultos. En cuanto a los niños, les enseñó a leer y escribir. Los turcos en aquella época prohibían las escuelas para los cristianos, por lo que Arsanius reunía a los niños en la iglesia, les enseñaba a orar y a seguir los mandamientos, y les enseñaba a leer y escribir.

Arsanio el Capadocio En cuanto a los adultos, los reunía para orar y enseñarles la Biblia, la vida de los santos y los dichos de los padres. Ellos, a su vez, se lo contaban a sus hijos, por lo que las noticias sobre genios, demonios y supersticiones ya no tenían cabida en las veladas de la gente ni en sus conciencias.

Arsanius era un médico de almas y cuerpos. La gente acudía a él en busca de curación. Solía recitar versos, un salmo y un texto de la Biblia a los enfermos, y el resultado era curación y consuelo. No negaría la misericordia de Dios a ninguna criatura, ya que se extendía tanto a los turcos musulmanes como a los cristianos. Su declaración fue: "Nuestra fe no está a la venta". Si alguien insistía en darle dinero, le pedía que lo distribuyera entre los pobres.

San Arsanius estableció un fondo para los pobres en la iglesia, al que cada persona necesitada podía acudir y tomar lo que necesitaba sin supervisión. Nadie se atrevió a tomar más de lo que necesitaba porque sabía que su acción no quedaría impune. Arsanius plantó el temor de Dios en el corazón de todos sus hijos.

Arsanio era a veces duro, pero para disciplinar a los insensibles, a los desempleados, a los que sembraban herejías o hacían tropezar a la gente con ideas extrañas.

Así como era compasivo con los humanos, también lo era con los animales, hasta el punto de que sus viajes siempre los hacía de pie porque se negaba a montar en burro. Su expresión era: “¿Cómo podré descansar si no canso al asno, y estoy peor con mis pecados que las bestias?” En 1924, los turcos expulsaron a los cristianos de Capadocia y Arsanius, que se había convertido en jeque, los dirigió. Caminó trescientos kilómetros a pie. Los consoló y animó hasta que llegó sano y salvo a Grecia.

Arsanio el Capadocio Cuarenta días después de su llegada segura a Grecia, descansó en el Señor el 10 de noviembre de 1924 d.C. Fue enterrado en la isla de Corfú, hasta que el padre Paisios exhumó sus restos en 1958 y los depositó en el Monasterio de Soroti. Su santidad fue declarada en 1970.

Así vivió San Arsanio, y así caminó hacia su Señor, un hombre lleno de la gracia de Dios que desbordaba abundantemente sobre los hombres. El padre Paisios, compilador de su biografía, dijo: “El padre Arsanius ya no deambula sobre sus pies, y los enfermos ya no trabajan ni anhelan que los curanderos les reciten la aprobación para curarlos. Ahora se ha convertido para ellos en un pájaro, como un ángel, desde los confines de la tierra hasta los confines, y llega a todo creyente que invoca su nombre”.

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